domingo, 7 de junio de 2020

Relato 6


Lo que yo he vivido
Relatos en tiempos de pandemia


Relato 6


Rosario Ortega


Cuando el 9 de marzo de este año 2020, tan especial, saltaron todas las alarmas, no sabía cuánto era lo que el desconocido virus me iba a hacer perder, meditar, anhelar y agradecer. Quiero hablarles de todo ello.

Empezaré por lo que perdí. La pérdida que más me dolió no fue la de ninguna persona querida, pues he tenido la suerte de no perder a ninguna de ellas. Aunque lo he sentido cuando nos han ido diciendo las muchas personas que perdían la vida, no solo mayores, sino jóvenes y personal sanitario. Sí me da dolido perder la ocasión de celebrar algunas fiestas familiares muy importantes para mí. Me ha dolido que mis cuatro nietos han cumplido años, uno, tres, cuatro, y no los hemos podido ver, cuanto menos abrazar. Ahora la mayorcita cumplirá seis en agosto y tal vez tampoco podamos verla, pero ellos están bien, nosotros, también. Y el maravilloso invento del teléfono ayuda mucho. Sería injusto quejarme.

No me ha importado no salir porque salgo poco. Pero sí que hay cosas que he echado en falta en estos días de confinamiento. Y sufro por lo que se nos viene encima, a unos más que a otros, por causa de la economía. Sufro por tantas personas a las que va a dejar en la pobreza, que ya había mucha a raíz de la última crisis que no se recuperó. Sufro por los empleos precarios, las pequeñas empresas, las grandes que echarán a tanto personal, empezando por Nissan y otras la seguirán. Aliviará un poco la renta mínima, ¿pero hasta dónde y durante cuánto tiempo podrá hacer frente a su coste el gobierno?

Meditando sobre lo que yo he vivido, mejor decir sobre lo que estoy viviendo y seguramente seguiremos viviendo mucho tiempo, al pensar en la duración, me digo que mientras la ciencia y los que trabajan para conseguir una vacuna eficaz no lo consigan, no podremos tener una vida normal, dentro de lo que se pueda, porque creo que no será igual a la que tuvimos.
Espero los milagros solo de la ciencia, porque no creo en Dios, ni en que nos castigue con esta pandemia, ni en que nos vaya a sacar de apuros por mucho que le recen, porque hace tiempo que dejé de creer. Si existiera sería un Dios bueno y no puede ser bueno si no es justo.
La misma iglesia no se comporta como si creyera, y eso que de este asunto debe saber más que la gente normal.  Porque, si fuera así, no tendría tanto amor al poder y al dinero y no cometería pecados tan graves como la pederastia, no trataría de interferir en las leyes que no le gustan y recordaría el Evangelio.
¿Cómo está tan callada con esta plaga terrible o más que las siete de Egipto?
Qué pocos echan una mano a tanta pobreza como hay y más que va a haber. Claro que hay buena gente entre los curas de base, que nunca llegarán a tener grandes cargos en la iglesia oficial.  Y son las parroquias pobres de la periferia, las que abren sus puertas para refugiar a los que no tienen techo en la medida que pueden.



Por todo esto no creo que nos saque de la pandemia ningún Dios, solo los científicos con su trabajo.

Rosario Ortega
5 de junio de 2020

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